martes, 3 de noviembre de 2015

Ficción - 2012 - La bola de cristal

-- Estás tan ida, ¿en qué pensás?
--En las cartas.
-- ¿Qué, querés jugar al truco? ¿te podés ubicar?
-- Si, obvio. No estoy pensando en otra cosa. Estoy muy ubicada. Lo que pasa es que me acordé de algo. ¿Te conté alguna vez que fui a uno de esos lugares donde te tiran las cartas y te leen el futuro? Sí, siempre fui una descreída de todo, menos esa vez. Cuando llegué al lugar y una música psicodélica me abrazó, me resulto todo muy extraño. Estaba decorado con  mandalas de colores, luces y humo espesos que hacían que vea  a las formas  de manera imprecisa, atrapándome en una nebulosa muy extraña.
El gran adivinador, después de susurrar algo, se sentó y sacó unas cartas y comenzó con un discurso:- Yo estoy acá para ser tu mediador con la energía del universo-, me decía. Las respuestas las iba a encontrar en mí,  él me brindaba las herramientas para facilitarme el trabajo. El ritmo del ambiente nos iba a llevar, juntos, por el camino de los interrogantes, y también por el de las soluciones. -Voy a abrir tus canales de energía, te pido concentración, así podemos dejar fluir todo por tu cuerpo. – remató.
Ahí agarró el mazo y puso 8 cartas sobre la mesa, cuatro con el lomo para arriba, y cuatro mostrando su cara. Explicó la situación: - Hay algo que nunca nos miente y siempre es genuino. Nunca damos pasos solos, siempre alguien interviene, por eso te voy a pedir que pienses en  personas que en algún momento de la vida te hayan cruzado y con la que hayas tenido esa conexión energética que estamos buscando-. Cuatro cartas. 3 preguntas. Una desconocida. La coincidencia de palos respondería las preguntas.
Mis preguntas eran de lo mas tontas, solo hablaba yo y veía lo que los palos me respondían: ¿Con quien voy a tener un encuentro? -Francisco. (Era lindo imaginarlo, pero no pasaba algo más allá.) ¿Con quien me voy a casar? (Santiago dijo la carta. Siempre importante. No salía todo como esperábamos. O si, quizás demasiado bien, o quizás no en el momento que tenia que pasar, o quizás me asusté) ¿Quien me va a hacer sufrir? (Juan. Salimos unas veces, nos veíamos de vez en cuando, nunca creí que fuera  amor, seguro que nos habíamos dejado llevar por la corriente, o me había dejado llevar, ¿y qué más podía esperar en ese momento? Un poco más de sufrimiento no resultaba extraño.) ¿Con quien voy a viajar? Santiago. (Si, era una promesa.)¿Y a vivir? Francisco. (Algo así como una aventura.)
 Y así seguían, ni me acuerdo que otra pavada pregunté. Hasta que llego el momento, una carta quedaba sin dar vuelta y el supuesto chamán hizo la pregunta. Pero desde antes, desde que la ví, ya sabía lo que me iba a decir.
- ¿Y que te dijo la carta?
-Que vos no eras el amor de mi vida, Santi.
En ese momento, Julieta dio media vuelta y salió caminando con la frente alta, pasos firmes y una hermosa sonrisa, por el pasillo de esa pequeña sala de registro civil, rompiendo con sus destinos.  

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