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Estás tan ida, ¿en qué pensás?
--En
las cartas.
--
¿Qué, querés jugar al truco? ¿te podés ubicar?
--
Si, obvio. No estoy pensando en otra cosa. Estoy muy ubicada. Lo que pasa es
que me acordé de algo. ¿Te conté alguna vez que fui a uno de esos lugares donde
te tiran las cartas y te leen el futuro? Sí, siempre fui una descreída de todo,
menos esa vez. Cuando llegué al lugar y una música psicodélica me abrazó, me
resulto todo muy extraño. Estaba decorado con
mandalas de colores, luces y humo espesos que hacían que vea a las formas
de manera imprecisa, atrapándome en una nebulosa muy extraña.
El
gran adivinador, después de susurrar algo, se sentó y sacó unas cartas y comenzó
con un discurso:- Yo estoy acá para ser tu mediador con la energía del universo-,
me decía. Las respuestas las iba a encontrar en mí, él me brindaba las herramientas para
facilitarme el trabajo. El ritmo del ambiente nos iba a llevar, juntos, por el
camino de los interrogantes, y también por el de las soluciones. -Voy a abrir
tus canales de energía, te pido concentración, así podemos dejar fluir todo por
tu cuerpo. – remató.
Ahí
agarró el mazo y puso 8 cartas sobre la mesa, cuatro con el lomo para arriba, y
cuatro mostrando su cara. Explicó la situación: - Hay algo que nunca nos miente
y siempre es genuino. Nunca damos pasos solos, siempre alguien interviene, por
eso te voy a pedir que pienses en
personas que en algún momento de la vida te hayan cruzado y con la que
hayas tenido esa conexión energética que estamos buscando-. Cuatro cartas. 3
preguntas. Una desconocida. La coincidencia de palos respondería las preguntas.
Mis
preguntas eran de lo mas tontas, solo hablaba yo y veía lo que los palos me
respondían: ¿Con quien voy a tener un encuentro? -Francisco. (Era lindo
imaginarlo, pero no pasaba algo más allá.) ¿Con quien me voy a casar? (Santiago
dijo la carta. Siempre importante. No salía todo como esperábamos. O si, quizás
demasiado bien, o quizás no en el momento que tenia que pasar, o quizás me
asusté) ¿Quien me va a hacer sufrir? (Juan. Salimos unas veces, nos veíamos de
vez en cuando, nunca creí que fuera amor, seguro que nos habíamos dejado llevar
por la corriente, o me había dejado llevar, ¿y qué más podía esperar en ese
momento? Un poco más de sufrimiento no resultaba extraño.) ¿Con quien voy a
viajar? Santiago. (Si, era una promesa.)¿Y a vivir? Francisco. (Algo así como
una aventura.)
Y así seguían, ni me acuerdo que otra pavada
pregunté. Hasta que llego el momento, una carta quedaba sin dar vuelta y el
supuesto chamán hizo la pregunta. Pero desde antes, desde que la ví, ya sabía
lo que me iba a decir.
-
¿Y que te dijo la carta?
-Que
vos no eras el amor de mi vida, Santi.
En
ese momento, Julieta dio media vuelta y salió caminando con la frente alta,
pasos firmes y una hermosa sonrisa, por el pasillo de esa pequeña sala de
registro civil, rompiendo con sus destinos.
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