martes, 3 de noviembre de 2015

Ficción - 2012 - Contratiempo


Me quedaban dos horas y la página seguía en blanco. Era tiempo de tomar una determinación. Estaba dando muchas vueltas. Él se iba dejando su olor, sus huellas y  su presencia. Quería despedirme. El tiempo pasaba cada vez más rápido y yo, cada vez más nublada. Lo único que venía a mi mente era una lluvia de recuerdos y momentos que cada vez quedaban más lejos en el tiempo, pero yo los sentía más vivos que nunca. En mi cabeza no cabía la idea de decirle “Chau”.
            “Es muy difícil empezar esta carta de despedida sabiendo que vos sos su destino… Nunca me sentí capaz de darte consejos, porque ni yo puedo resolver mis propios problemas, pero creo que escaparse de los líos nunca va a ser la solución a nada. Igualmente no tomes tan en cuenta mis palabras, no puedo hablarte objetivamente. No creo en las despedidas definitivas, creo en los “hasta luego”. Te suelto la mano pero por un rato, sé que el destino en alguno de sus juegos nos va a volver a cruzar. Recordame con una sonrisa grande, perdón por no estar ahí, no iba a ser fácil verte partir…”
Releí una y otra vez la carta. La doblé y la guarde en un sobre. Salí a la calle.  Todavía tenía tiempo…


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